domingo, 4 de marzo de 2012

"AMAR ES COMPARTIR"(Cuento)

Día sombrío, llovizna, levanto la solapa de mi sobretodo gris; no sé donde ir. Esta desolación me desubica, no encuentro un camino.
Comienzo a caminar a cualquier lugar, mis pasos lentos, pesados; miro el cielo, la llovizna me moja, la gran ciudad ruge en eterno movimiento y yo regreso en mis recuerdos... cuando niño.
Voy a cumplir veinte años, pero parecen tantos. Me detengo en la plaza silenciosa, no hay niños y el recuerdo golpea mi frente.
Una calesita, mi padre sonriéndome, sus ojos atentos  no se despegaban de mí. Los días que íbamos de pesca, a la cancha y jugábamos a la pelota en el parque  de la casa de los abuelos. Los abuelos, cuidándome como la joya más preciada del hogar.
Y crecí. ¿Por qué? ... ¿Por qué?. Cambié sus paseos  por la computadora, su compañía por la de mis amigos, las noches de los sábados   con los abuelos por el boliche de onda, noches de parranda y juegos de video; tecnología moderna.
Muchas veces me enojó verlos levantados, esperándome en las madrugadas. ¡No soy un chico!, me pesaban sus cuidados, sus consejos.
Cuánto hacía que no compartía el almuerzo, ¡claro yo veía la televisión! Y vos me hablabas de tus cosas que yo no escuchaba; me prevenías de la droga y que sé yo cuantas cosas más.
Y me fui de casa a vivir solo. ¡Oh! Libertad... departamento de soltero; sin papás. Creí que estaba realizado al fin, ¿pero sabés?, cuando después de un tiempo me senté a almorzar  extrañé tu compañía, prendí el televisor y me pareció un horror, cuántas cosas terribles que pasaban. Lo apagué... no comí; tiré el plato descartable y extrañé el plato de porcelana que mamá tanto cuida. Me fui a la computadora, apreté cien veces el teclado y siempre se repetía: Mamá, Papá, Compartir. Subconsciente peleando con la razón.
Ya nadie decía “Limpiá la afeitadora, ¿tenés frío hijo?, ¿Querés café o chocolate? Mientras estudiaba”.  Y el abrazo al llegar a casa en las madrugadas, eran miedos a que alguien o algo pudiese hacerme daño, era amor.
Mi madre tratándome como un niño, mi padre pasándome dinero por si no llegaba a fin de mes, el mejor regalo en el árbol de Navidad armado con el amor más grande del mundo; era para mí.
Y yo sin darme cuenta los dejé solos, vacíos, con lágrimas en esos ojos tiernos de padres que todo dieron.
Una frase al despedirme, ahora me recorre el cuerpo como un escalofrío, “Hijo, ten cuidado, te amamos tanto”.
El relámpago y un trueno hizo que regresara del recuerdo y estaba empapado por la lluvia y el rostro por las lágrimas.
Miré la casa y no dudé, corrí, abrí la puerta;  allí estaba mi madre acurrucada en el sillón del living; la besé... la besé. “Hijo te vas a enfermar. ¿De dónde vienes?”.
Y papá, pregunté.
Está en tu cuarto, tu sabes, no te preocupes hijo, ya se le pasará, está un poco triste.
¡No mamá... no! y corrí.
Se sorprendió al verme. “Pero hijo, estás empapado, sácate el sobretodo, te enfermarás ¿Qué harás tu solo en ese departamento?. ¡Por Dios!.
Alcé a mi padre en mis brazos como si fuera un niño y lo apreté fuerte. Él rompió en llanto,
aún tenía  en sus manos aquella fotografía que nos sacamos juntos cuando yo era niño.
Y me saqué el sobretodo que mi madre secaría de inmediato, mientras me servía un café caliente con alfajores de chocolate.
De repente los vi parados frente a mí, en silencio, sus ojos me miraban, sé que tenían mil preguntas. Los miré, rodaban dos lagrimones por mi rostro,  solo pude decirles: ¡Gracias!...¡Gracias! ; por todo este amor de tantos años.
Al otro día volví a traer mis cosas; pero la televisión está en el living, converso con mis padres a la hora del almuerzo y disfruto del plato de porcelana de mi madre. El domingo invité a mis amigos a la casa de los abuelos y jugamos a la pelota en el parque, mi padre hizo un asado y cuando salgo de noche mi madre me acompaña hasta la vereda y mientras   me da un beso; “Ten cuidado hijo, dejaré la luz encendida, háblame cuando regreses”. Caminé unos pasos, me di vuelta y corrí a abrazarla; “Dímelo otra vez madre, nunca dejes de repetírmelo” y reímos juntos.
Solo hay un amor infinito que nada lo separa de nuestro corazón, para mí el de mis padres. Ya llegará el día de separarnos, pero seguiremos compartiendo mi felicidad, mis hijos, tal vez... mi vida.

Azul 
Alicia M. Moreno
Derechos Reservados 
                                                                                                       


Compartir tu vida con los seres que te aman
Obsequiar horas de tus días en escuchar a tus padres
Madre no encontrarás jamás en  nadie
Padre que te comprenda y te guié, disfrútalo.
Amor te dan a raudales, recíbelo, valorízalo.
Risas disfruta junto a tu familia y amigos.
Tiempos de amor, compártelos.
Ilusión que podrás transmitir a tus hijos
Recuerdos que les contarás de ti y los abuelos.

Azul
Alicia M. Moreno 
Derechos Reservados




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